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La modista: un oficio sin relevo generacional

La falta de modistas lleva al sector textil a un punto en el que nunca se han visto pese a la gran demanda de trabajo existente
La modista: un oficio sin relevo generacional
Imagen: Antonia Martínez cosiendo en su taller en Gandia. Fuente: uValencia

 

VALENCIA 13/12/2022 De pequeños todos hemos llegado a casa con más de un pantalón agujereado tras jugar en el patio del colegio o hemos necesitado entrarle la orilla a una blusa que nos venía larga. Para eso siempre estaba la mamá o la abuela que sabía hacer cualquier remiendo con la aguja y el hilo, pero esto es cada vez menos común entre las nuevas generaciones. Los jóvenes de hoy en día no saben solucionar estos simples arreglos, pero, es aún más difícil encontrar a gente joven con conocimientos suficientes en labores de costura mucho más complejas como las de la modista o el modista.

El oficio de la modista, porque mayoritariamente son mujeres, es una profesión con cada vez menor relevo generacional. En la actualidad, muchos jóvenes prefieren estudiar un grado universitario con supuestamente una mayor proyección profesional, antes que formarse en cursos de costura o patronaje que les proporcionen las nociones básicas para esta profesión. Aprender un oficio así, pese a los avances tecnológicos y a la sociedad de consumo actual, continúa siendo tan necesario como cualquier otra carrera profesional reglada porque, como dice Antonia Martínez, modista de profesión con más de 30 años de experiencia, “cada vez somos menos y el trabajo continúa igual o incluso es mayor”.

“Habrá un día en el que nosotras nos jubilaremos y no habrá quien cosa”, señala la modista Antonia Martínez

Según nos cuenta la propia Antonia Martínez en una entrevista para este medio, “conozco a muy pocas modistas que tengan menos de 50 años”, con lo que se puede hacer tangible esa falta de personal joven en el sector textil y añade que “habrá un día en el que nosotras nos jubilaremos y no habrá quien cosa”. Ellas, las modistas, son clave en un sector que emplea alrededor de 130.000 trabajadores en España y es la principal forma de vida de muchas familias, sobre todo de algunas zonas de Cataluña o Galicia.


Imagen: Joven asistida por una modista en la prueba de su traje de fallera. Fuente: uValencia.

Actualmente, la mayoría de las mujeres modistas rondan una media de 60 años, una edad muy cercana a la de jubilación, si es que no lo piensan hacer pronto, ya que este supone un trabajo de mucha concentración y esfuerzo físico que necesita un ritmo que no siempre es soportable rebasada cierta edad. Es por esto que esa falta de sangre nueva en los talleres hace que muchos de sus conocimientos puedan llegar a caer en el olvido si no se transmiten a las nuevas generaciones de manera adecuada, porque “a la modista la hace la práctica y en ninguna escuela se aprende lo mismo que con una mujer a tu lado”, añade Martínez.

“Esta temporada es asombrosa, no tenemos manos para tanto trabajo”, añade Antonia Martínez

Antonia, actualmente ha parado de coser por motivos personales, pero cuenta que la falta de trabajo no es la excusa para no dedicarse a este oficio porque según añade, “el trabajo es el mismo o incluso mayor”. Ella es modista en Gandia y ha dedicado la mayor parte de su vida a la confección de trajes de fallera y de fiesta en esta población y sus alrededores. Muchos de los vestidos que han lucido orgullosas las falleras por las calles de la capital de La Safor han pasado por sus manos y nos cuenta que “esta temporada es asombrosa, todo el mundo quiere vestirse de fallero y no tenemos manos para tanto trabajo”. Además, señala que las agendas de muchas modistas llevan cerradas desde el mes de septiembre para que les cosan los trajes para las próximas fallas de marzo de 2023, algo que ha calificado de “nunca visto”.

Cabe señalar que tradicionalmente el oficio de modista o costurera no ha sido muy bien remunerado y es posible que sea una de las causas de su falta de atractivo para las nuevas generaciones. En 2022 el salario medio de una modista, según el portal talent.com, rondaba los 1200 € mensuales, con una mayor remuneración según el rango profesional. Pero aunque los sueldos sean escuetos y la sociedad del “fast fashion” aceche la parte más tradicional de la profesión, en la actualidad se ha notado una tendencia a pagar más por aquello cosido artesanalmente, a mediada y siguiendo unos patrones cuidados que diferencien lo adquirido de otros ropajes.

 


Imagen: Pieza de un corpiño de fallera durante su confección. Fuente: Alex Rabadán


La indumentaria: un sector muy afectado por la escasez de modistas

El sector de la indumentaria tradicional valenciana es uno de los más afectados por la falta de modistas que confeccionen sus trajes. La suspensión de fallas en el 2020 por la pandemia y el intento de celebración realizado en septiembre de 2021 supusieron una “revolución total” entre la gente que quería vestirse de falleros. Según fuentes del propio sector fallero, el número de falleros que se vistieron el pasado mes de marzo fue mayor que nunca y todo apunta que la cantidad de gente a la que le ha salido la vena fallera y querrá vestirse el próximo marzo de 2023 es aún mayor y los comercios no dan abasto.

Según Rosa Calabuig, indumentarista y propietaria de la tienda de indumentaria regional Rosa Fallera en Gandia, “llevamos desde el 20 de octubre con la agenda de confecciones completa”, cosa poco común si contamos que desde ese momento hasta la celebración de las fiestas valencianas en el mes de marzo aún faltan casi cinco meses. Además, según nos cuenta Rosa, si contara con más modistas podría dar servicio a la gran cantidad de gente que continúa acudiendo a su negocio en busca de trajes de falleros porque les gustaría vestirse este año, pero no puede satisfacer sus peticiones porque no hay quien confeccione las vestimentas para la señalada fecha.

En Rosa Fallera cuentan con la colaboración de cuatro modistas, de las cuales la más joven tiene 46 años, pero el resto superan ampliamente los 50. Todos ya se emplean a pleno rendimiento para cumplir con los encargos para las próximas fiestas, pero según la gerente de la tienda, “si de aquí unos años todas ellas se jubilan y no hay mano de obra nueva estamos condenados a la desaparición”, y es que además de dejar de poder vestirnos de falleros porque no haya gente que los cosa, “se perderá nuestra tradición y parte de nuestra cultura”, añade la indumentarista.



Las escuelas de formación como halo de esperanza

Para hacer frente a esta situación de escasez de profesionales, muchas instituciones como la escuela de formación del Gremio de Sastres y Modistas de la Comunidad Valenciana o la Escuela de estudios superiores Barreira entre otras, llevan formando a futuros profesionales desde hace más de 20 años. Estos ofertan cursos y grados que tratan de suplir esta falta de profesionales en el sector formándolos en ámbitos como la sastrería, el patronaje o la confección además del diseño y la venta. Aun así, según algunas voces del sector, estos adquieren numerosos conocimientos teóricos, pero muchas veces faltan conocimientos prácticos.

Este es el caso de Lidia Morell, estudiante del cuarto año del grado de diseño de moda en la escuela Barreira de Valencia. Con tan solo 23 años se encuentra realizando las prácticas curriculares en un comercio de indumentaria valenciana donde puede desarrollar sus habilidades en corte y confección. Ella misma cuenta que estudiar moda siempre había sido su vocación y que le gustaría dedicarse en un futuro al mundo de la modistería porque ha visto que “la falta de personal en el sector es notable y hay mucho trabajo”, según sus propias palabras.

Imagen: Modista realizando una prueba a una fallera. Fuente: uValencia.

De esta forma, canteras de futuros profesionales del sector textil como las mencionadas, son el único modo de salvación para una profesión milenaria que tradicionalmente ha ocupado a muchas mujeres y que actualmente pasa por unas horas bajas. A esa esperanza de reflotar el número de futuros modistas y sastres que conserven sus técnicas más valiosas, se agarran las profesionales más veteranas que dejan de ejercer con el paso de los años y dejan un oficio entre la incertidumbre de si perdurará tal y como ellas lo han ejercido.

Subtema: Sociedad
Territorio: Valencia