Los días previos a cruzar la meta
VALENCIA. Seguro que es él. Pasa de largo. Este sí que es. Tampoco. Intento detectar, entre toda la multitud de gente que sale con sus maletas, a quien pertenece el nombre que tengo escrito en el cartel que sujeto en mis manos. Al igual que el resto de conductores que a mi lado sostienen una tablet o, en el caso de los más analógicos, un papel, espero un viajero que aterriza en Valencia con un único objetivo, el Maratón.
El aeropuerto se llena de esbeltos atletas con zapatillas New Balance y ropa deportiva. Yo soy la encargada de acercarme a ellos y ellas, guiada por mis prejuicios, y preguntarles: Are you running the Marathon? Mi intención es únicamente proporcionarles información sobre cómo trasladarse a su hotel o a la salida, así como las diferentes actividades y accesorios que incluye la experiencia, pero me encuentro con centenares de historias procedentes de lugares de todo el mundo.
El Maratón de Valencia Trinidad Alfonso ya es considerado el mejor de España y el tercer mejor maratón del mundo, según la Real Federación Española de Atletismo. Es la carrera de los récords, que cada año algún corredor supera con una marca en principio insuperable. En su 42 edición —coincidiendo con el número de kilómetros que tiene la carrera—, el maratón valenciano agotó el número de inscripciones, 30.000, a seis meses de la prueba. De hecho, es la cuarta ocasión que la carrera, organizada por la S.D. Correcaminos y el Ayuntamiento de Valencia, agota sus dorsales y abre una lista de espera para cubrir las bajas.
Corredores llegan al aeropuerto de Valencia para participar en el Maratón. MARINA SEGURA
De los 30.000 participantes, casi la mitad son extranjeros y se estima que la carrera valenciana reúne más de 115 nacionalidades diferentes. En mis días con Transvia Sport en el aeropuerto, corroboro que corredores desde Brasil hasta Ucrania recorren un largo viaje por una prueba, la mayoría de las veces, impredecible. A los atletas que pregunto, por hacer un poco más agradable la espera a su autobús, si están preparados para la carrera, me responden que nunca se está preparado para un maratón.
El clima, el ambiente, el propio estado anémico del corredor o sus pensamientos, son factores que afectan de forma directa al resultado de la prueba y, aunque se pueden trabajar, nunca se puede ser certero. Para muchos, ahí reside la magia de este deporte. En mi caso, me topo con esta emoción viendo cruzar la meta a Amane Beriso, la ganadora de esta edición que, no solo ha conquistado el podio, sino que además ha logrado la tercera mejor marca de la historia.
El foco estaba puesto en su compatriota, la etíope Letesenbet Gidey, quien era la gran favorita para esta prueba. Yo misma la recibí nada más aterrizar, rodeada de cámaras, patrocinadores y admiradores. Tras batir varios récords en Valencia, se esperaba un gran debut en el maratón y, durante la primera mitad, su éxito no parecía peligrar. Sin embargo, esos últimos kilómetros cercanos a la meta que hacen del maratón una prueba singular sorprendieron a Gidey, quien, a pesar de ponerse por debajo del tiempo del récord del mundo, se topó con el sufrimiento de esta carrera.
Sin embargo, Beriso, quien aterrizó en silencio y sin casi ser esperada, se escapó antes del kilómetro 35 para entrar en meta con un tiempo de 2:14:58, una marca que quedará grabada en la historia de este deporte. Tras la intensa jornada, los corredores cierran sus mochilas, recogen sus desgastadas zapatillas y vuelven a casa con un nuevo objetivo, entrenar para el próximo maratón.
