La cara más vulnerable de la guerra también se puede ver en Valencia
La ciudad de Valencia espera que incremente el número de refugiados ante los últimos ataques que han dejado al país sin suministros eléctricos a las puertas del el invierno. España supera las 150.000 protecciones temporales y la Comunidad Valenciana supera los 38.877 de refugiados según los últimos datos aportados por el Ministerio de Interior.
Ucrania lleva 9 meses de guerra y a muchas personas se les ha olvidado que siguen habiendo protocolos para acoger a los más vulnerables en esta situación: las mujeres y los niños. Patricia Peris Remón, la responsable de Mujer en Dificultad Social de Cruz Roja en Valencia, explica que siguen siendo igual de vulnerables que cuando empezó la guerra o incluso más debido a que se ha normalizado la situación.
Peris dirige un dispositivo de protección de Cruz Roja situado en la estación de tren de Joaquín Sorolla. Su equipo se encarga de socorrer a las mujeres ucranianas que llegan de nuevo a la ciudad y evitar posibles situaciones de trata. “Cuando llegan a la estación, hay un equipo que las informa de sus derechos para evitar situaciones de riesgo”, explica Peris.
La mayoría de las mujeres que llegan no acuden a la policía porque tienen miedo de ser devueltas a su país de origen. La responsable de Cruz Roja remarca que es clave estar en coordinación con los cuerpos de seguridad para detectar cualquier amenaza. “No hay que relajarse, la guerra no ha acabado y sigue habiendo mafias que se aprovechan de la vulnerabilidad de mujeres solas con niños”, apunta Peris.
La fiscalía General del Estado está trabajando en la aprobación de una ley integral contra la trata de personas. Peris denuncia la lentitud administrativa que pone en peligro a las refugiadas, las cuales al ser ilegales no pueden recurrir ni a un trabajo ni a ninguna ayuda para reintegrarse. El problema se centra en la pornografía, la responsable de que se perpetúe la explotación
Además de la vulnerabilidad de estas mujeres, también está la de niños que llegan con sus familias. Ana Climent, psicóloga del colegio Pio XII, admite que desde que empezó el curso siguen llegando refugiados “El curso pasado recibimos cinco alumnos y este curso han venido cuatro más”, explica la psicóloga.
La mayoría de niños que llegan al colegio se encuentran en una situación vulnerable. Climent explica que los alumnos no siempre proceden de familias pobres sino de gente que tenía un buen trabajo y tras la explosión de la guerra tuvo que huir. “Muchas familias que atendemos en el colegio han pasado de tener una vida normal como la nuestra a tener que pedir comida en Cáritas porque no tienen recursos”, añade.
La Generalitat Valenciana mandó trípticos a los colegios para ayudar a comunicarse con los niños. Climent explica que son recursos escasos y que las escuelas necesitan más personal para favorecer una correcta integración. Desde el colegio Pio XII han salido alternativas totalmente desinteresadas para ayudar a aquellas familias que han dejado atrás sus hogares: una vez a la semana se dan clases de castellano a los padres de los alumnos inscritos.
