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CULTURA LITERATURA

Los incorregibles: en defensa del arte moralmente dudoso

El nuevo ensayo de Pau Luque explora el ámbito de la moralidad en relación al arte y la libertad creadora
Los incorregibles: en defensa del arte moralmente dudoso
Imagen: Obra Judit decapitando a Holofernes, de la artista Artemisa Gentileschi.

¿Deben las obras artísticas ser moralmente intachables? ¿No hay acaso espacio para recorrer el espectro de la moralidad en el arte? Estas son algunas de las cuestiones planteadas en Las cosas como son y otras fantasías. Moral, imaginación y arte narrativo, un interesante ensayo en defensa de la imaginación como motor artístico.

La avalancha de datos a la que nos exponen diariamente, las obras moralmente edificantes que pretenden inculcar una enseñanza, todas y cada una de las aserciones moralmente perfectas que van de lo correcto/incorrecto, justo/injusto, inocente/culpable y así. Todo ello es puesto en tela de juicio en favor de la imaginación como modo de ensanchar nuestro universo moral.

Pau Luque (1982), un barcelonés afincado en México, ganó hace poco el 48º Premio Anagrama de Ensayo con Las cosas como son y otras fantasías. Moral, imaginación y arte narrativo. Y no es para menos, ya que el campo de investigación (la moral y la imaginación, la libertad creadora) en el que se adentra Luque es ambiguo cuando menos.

En este ensayo Luque entrelaza tanto reflexiones audaces acerca del arte y la imaginación, como significativas anécdotas personales en lo que se va conformando en un mosaico de artículos cuyos ejes se encuentran alrededor de la música de Nick Cave, la Lolita de Nabokov y Al mar, al mar de Iris Mardoch, entre otros.

 

Sue Lyon y James Mason durante la película Lolita, dirigida por Stanley Kubrick en 1962.

Luque escribe un alegato a las obras artísticas moralmente indecentes que por medio de la imaginación creadora ofrecen una representación reveladora de la realidad: “No hay estudio sociológico, reportaje periodístico o documental capaz de transmitir lo espeluznante que son algunos fragmentos de la realidad como lo hace la ficción”, escribe en su libro el propio Luque.

El joven filósofo se embarca así en análisis constructivos acerca de aquellas piezas artísticas que, más que por su calidad, siempre han sobresalido por su dudosa moralidad. Lo que Luque expone, de manera muy acertada, además, es que hay un tipo de arte, al que él denomina himenóptero, que se origina en la imaginación y se sirve de la realidad para complementar una ficción; al contrario es aquel arte que tiene como origen la realidad y utiliza la imaginación como complemento. El primero es una forma de imaginar -de "acceder", dice el autor- a otros y este imaginar al otro nos proporciona una vía hacía la propiocepción moral, es decir, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. 

A modo de una gran colmena, que es como se edifica el ensayo también en cierto sentido, Luque relata cómo Nick Cave utiliza esa forma de hacer arte en sus canciones; creando personajes y disfrazándose a cada momento de las figuras más deplorables moralmente, porque así, por medio de sus letras, se acerca a las reglas que rigen la moral de estos personajes.

El ensayista es consciente de que existe un arte que va  hacia fuera, confesional, un arte mediante el cual el  autor se desnuda y revela su alma. Pero lo que en este ensayo se reivindica es la posibilidad y la emergencia del arte que disfraza, que se “corrompe”  a base de capas y capas de  personajes  y situaciones imaginadas, artificiosas.  Asimismo,  Luque echa mano de figuras representativas como Fellini, Haneke, Ferlosio o  Tolstoi para poner de  relieve, una vez más, aquellas obras que huyen de lo moralizante (huyen  del bien/mal) y se adentran  en  la psicología de la imperfección.

 Luque no pretende demostrar que Nabokov era un buen tipo, sino resaltar su capacidad de imaginar a un personaje como Humbert Humbert, quien en  realidad es el que crea al personaje de Lolita en su  propia imaginación. En este punto, se diferencia entre Lolita el personaje de la novela y "lolita", el concepto, la personalidad que el mismo Humbert crea por medio de su imaginación enajenada para  excusarse por sentirse atraído por una niña. 

 

 

Portada de Las cosas como son y otras fantasías.  

También se recorren algunas de las existentes disyuntivas acerca de la novela, como la reflejada por Laura Freixas en su artículo de El País “¿Qué hacemos con Lolita?”, en el que repudia a Nabokov por la ausencia en su novela de una repulsa explícita a la violación. Luque trata aquí, pues, la confusión que usualmente se da entre la invención de unos hechos imaginados y la justificación de estos.

El autor añade un breve inciso acerca del lugar que ocupa la imaginación también en el periodismo. Conforma el capítulo en alegato a permitir un mínimo de imaginación creadora, entre la obsesión por la información fáctica y los datos exactos, que enriquezca los textos periodísticos y la capacidad crítica tanto de autores como de lectores. Luque sugiere que una mayor apertura a literatos y escritores en el periodismo ampliaría los márgenes imaginativos de profesionales y usuarios: “La ‘información’ es necesaria, pero si uno se nutre únicamente de información se corre el peligro de anestesiar la imaginación”.

Así pues, Luque nos ofrece un ensayo que pretende huir de las mismas formas didácticas habitualmente achacadas al género ensayístico, ofreciendo un texto puramente ilustrativo, acerca de que el juicio moral al que se debe aspirar no es aquel que condena o absuelve, sino el que ensancha nuestros horizontes perceptivos.

 

Tipo: Noticia
Tema: Cultura
Subtema: Literatura
Territorio: España