Consumir pornografía: un debate sobre la mujer, el heteropatriarcado y la salud
VALÈNCIA.09/12/2020 La pornografía existe desde que existe la humanidad. Esto afirma un artículo de Pablo Colado publicado por la revista Muy Interesante, en el que se cuenta cómo ya en el Paleolítico existían representaciones de cuerpos femeninos desnudos interpretables, entre muchas otras cosas, en su vertiente sexual, como la Venus de Willendorf que exhibe senos y una vulva de gran tamaño, desproporcionados para el cuerpo de las figura. Esta escultura prehistórica, además de la sexualidad, también es el símbolo de la fecundidad y la maternidad.
La historia de la pornografía avanzó lentamente con el paso de los siglos: de grabados a impresiones, y de impresiones a revistas y películas; pero el verdadero cambio se produjo en la década de los setenta del siglo pasado: con su apertura al mercado y su definitiva expansión comercial libre.
Imagen: Cartel promocional de la película pornográfica "Easy Alice" dirigida por Bob Chen y estrenada en 1976. Elredondito.es
Desde ese momento, y con la posterior aparición de Internet, la pornografía se extendería ampliamente y terminaría conformando uno de los mercados más potentes y rentables del mundo generando millones en cuestión de años. Un mercado ambiguo, que siempre ha suscitado muchas críticas al respecto de su moralidad y del trato que da a sus trabajadores y a los creadores de películas, además de cuestión de la imagen que ofrece de las relaciones sexuales a los espectadores, generalmente jóvenes que se crean una imagen desmesurada, violenta y heteropatriarcal de la sexualidad.
En este aspecto, el porno, como toda ficción, es creadora y, al mismo tiempo, reflejo de una realidad que trata de ofrecer un modelo de cuerpo determinado: clasificado según sus características y terminando por convertirlos en fetiche, conviertiendo los cuerpos de los actores (aunque mayoritariamente de las actrices) en una forma de consumo más, completamente deshumanizada y que apela a la satisfacción instantánea y absoluta de los deseos del consumidor.
El efecto que produce el consumo de la pornografía dentro del desarrollo de una vida sexual plena y satisfactoria para las personas no sólo se deja notar en los consumidores adultos (con afecciones a la salud física y mental, con patentes casos de impotencia sexual, por ejemplo) sino también, y de una forma especialmente preocupante, en los jóvenes, que acceden a la pornografía en edades muy tempranas y adquieren y tratan de imitar unos modelos que no se corresponden con la realidad. Esto no es sólo responsabilidad de la pornografía, sino también de la ausencia de otros referentes en el ámbito de la educación sexual, que aún no ha recibido la atención que merece desde las instituciones y las familias.
