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Violencia obstétrica: una violencia invisibilizada

La violencia obstétrica que sufren las mujeres durante el embarazo, parto y posparto es uno de los grandes problemas de la sanidad pública a nivel global. En España, casi un 70% de mujeres asegura haber sido víctima de esta violencia
Violencia obstétrica: una violencia invisibilizada
Imagen: Imagen de un parto. Foto: EFE

VALÈNCIA. La mayoría de mujeres solo asisten a un parto a lo largo de su vida: el de sus hijos.  Lo que la mayoría describe como la experiencia más emotiva de sus vidas puede transformarse rápidamente en una situación traumática y deshumanizante. La falta de experiencia y conocimiento directo convierten el parto en una práctica donde las mujeres no tienen la oportunidad ni la preparación para tomar sus propias decisiones. Un artículo publicado en la revista australiana Women and Birth demostró que el 67,4% de las mujeres en España afirmaban haber sufrido violencia obstétrica.

¿Qué es la violencia obstétrica?

Según la OMS, se considera violencia obstétrica todas aquellas prácticas médicas que sufren las mujeres durante el embarazo, el alumbramiento y el posparto al recibir maltrato físico y psicológico. Este tipo de violencia se refiere a procedimientos como episiotomías sin consentimiento y médicamente innecesarias, intervenciones sin anestésicos ni analgésicos, cesáreas injustificadas u obligar a parir en una posición incómoda -habiendo alternativa-.

España condenada por la ONU por violencia obstétrica

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la mujer (CEDAW) de la ONU condenó en julio de 2022 a España tras la denuncia de una ciudadana que fue víctima de esta violencia. La paciente fue sometida a inducción prematura del parto y una cesárea sin su consentimiento.

España supera en un 30% la tasa de cesáreas de la OMS

Tras acudir al Hospital Donostia por haber roto aguas, el personal encargado le indujo el parto sin informarle de las opciones alternativas y sin respetar el período de espera protocolario de 24 horas que permite que la mujer dilate y dé a luz naturalmente sin comprometer la salud del neonato. 

Se la sometió a múltiples tactos vaginales antes de realizarle una cesárea injustificada, operación durante la cual tuvo los brazos atados y que fue realizada por médicos residentes en formación supervisados por médicos especialistas, lo cual la paciente tampoco consintió. Al nacer su primogénito, no se le permitió tener contacto piel con piel, ya que todavía tenía los brazos atados. 

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"Si los médicos hubieran seguido todos los estándares y protocolos, es probable que la víctima hubiera dado a luz de forma natural sin tener que pasar por todos estos procedimientos que la dejaron física y mentalmente traumatizada", afirmó Hiroko Akizuki, miembro del Comité.

Hiroko Akizuzi, miembro del CEDAW. Foto: El diario Vasco

“Defendemos la necesidad de devolver a la mujer su papel protagonista”

Existen asociaciones como El Parto es Nuestro, formada por personal del sistema sanitario que luchan por la protección de los derechos de las madres y sus hijos y reivindican las pésimas condiciones de atención durante las etapas del embarazo, alumbramiento y puerperio.

“Me hicieron una episiotomía enorme. No me dijeron ni los puntos que me dieron, pero estuvieron como 45 minutos cosiéndome. A las 6 horas de subir a la habitación, me empezó un dolor horrible en la zona de los puntos y hasta el día siguiente no vino nadie a verme por más que me quejase. Cuando al fin vino el ginecólogo, resulta que me habían cosido y tensado un nervio. Me tuvieron que quitar ese punto -ya sin anestesia-. No me pude mover en 10 días”.

Este es uno de los relatos sobre un parto con episiotomía que una usuaria de El Parto es Nuestro publicó sobre el alumbramiento de su hija. La sección está acompañada por otros relatos titulados “Creí que me moría”, “Después de 4 años sigo con complicaciones” o “Después de 13 años”.

"Me durmieron llorando y me desperté llorando"                                        

Según el testimonio de Rebeca Romero, un año después de su episiotomía, todavía era incapaz de mantener una vida normal. La única solución que le presentaron los médicos era cortar un fragmento de la cicatriz causada por la episiotomía. “Cuando estaba en la camilla del quirófano con 6 personas mirándome, el ginecólogo me dijo que ni la operación me aseguraba que todo volviera a ser como antes”.

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Inicios de la asociación El Parto es Nuestro. Foto: Francisca Fernández

La sanidad española ante la violencia obstétrica

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) ha cuestionado abiertamente la existencia de la violencia obstétrica. En su comunicado Violencia obstétrica: un concepto legalmente delictivo, moralmente inadecuado, científicamente inaceptable, señalan que “el parto es un proceso inherente a la mujer, pero sin olvidarnos del compañero en este trayecto, el feto”. Según sus propias palabras, “bajo ningún concepto ni criterio la Asociación se puede sentir aludida por términos como violencia obstétrica”

Asimismo, hay una latente falta de transparencia, ya que no hay una base de datos sobre las tasas de cesáreas en España y la única manera de consultarlas es mediante una investigación conducida por elDiario.es.

Dos de cada tres mujeres perciben haber sido víctimas de violencia obstétrica durante sus partos. Los relatos no son casos aislados, sino que es un fenómeno generalizado, de acuerdo con la ONU. La violencia obstétrica es una realidad para la mayoría de mujeres a nivel internacional. Además, es una práctica considerada una violación de los derechos de las mujeres según la OMS.

Tipo: Noticia
Subtema: Sanidad
Territorio: España