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Toque de queda Valencia

El toque de queda priva a los trabajadores de su horario de desayuno

La nueva medida impide que los bares de la ciudad abran a las cinco y puedan atender a los operarios que empiezan pronto su jornada laboral
El toque de queda priva a los trabajadores de su horario de desayuno
Imagen: Bar Los Manueles, en Benicalap, cerrado de madrugada :: Marina Pomar
Autoría: mapofer , toial , uValencia.es

VALENCIA, 28 oct. El sábado 24 de octubre entró en vigor la implantación del toque de queda que prohíbe “la circulación, deambulación y permanencia en vías y espacios de uso público de todas las personas entre las 00.00 horas y las 06.00 horas”. Sin embargo, lo que surge como una medida para frenar la propagación del virus en el ocio nocturno, ha repercutido negativamente en aquellos bares y restaurantes que ofrecían sus servicios a quienes se incorporaban pronto a trabajar.

uValencia contactó con algunos bares y restaurantes -  Las Vegas, Polimar o La Anguila entre otros - que generaban muchos ingresos entre las cinco y seis de la mañana, hora en la que los más madrugadores aprovechaban para tomarse un café o desayunar antes de ir al trabajo, por tal de conocer la problemática más allá de las tan sonadas quejas por la suspensión del ocio nocturno.

Con la entrada en vigor del toque de queda, estos locales se han visto obligados a cesar sus actividades más tempranas por la falta de clientela, aunque no todos han escogido esta vía ya que, como este medio bien ha podido conocer, algunos han optado por abrir en la clandestinidad para dar servicio a los pocos valientes que se niegan a renunciar a su desayuno.

 

Restaurante La Anguila, polígono industrial Albuixenc, al inicio de sus servicios :: FRBRAULIO

 

“¿Cuándo ha pensado el gobierno en nosotros?” 

 

Esta es la pregunta que se hace el propietario del restaurante San Juan - ubicado en el polígono industrial de Picassent - pero que refleja un sentimiento generalizado de olvido por parte del colectivo de hosteleros, ya que han sentido como que “no importaban” a las instituciones a la hora de establecer un horario de clausura apropiado.

Muchos, como el responsable del bar Los Manueles en Benicalap, no entienden cómo esa hora que se les ha arrebatado no ha contado como servicio esencial. “A todo el mundo le gusta tomarse un café antes de entrar a trabajar para espabilarse”, comenta el dueño del establecimiento, quien acogía en su local a muchos trabajadores de la empresa Ford y del polígono industrial de Fuente del Jarro durante esa hora.

En este mismo bar creen que se debería modificar el toque de queda, incluyendo esa hora que tanto perjudica a los trabajadores que más madrugan. “La gente empieza a moverse antes de las seis de la mañana”, explica, “los turnos de mañana empiezan a esa hora, pero la gente tiene que levantarse bastante antes”.

Actuando como portavoz del sector obrero y consumidor durante esos horarios, Pedro Parreño - trabajador de mantenimiento de la factoría Stadler - comprende la necesidad de establecer un toque de queda, aunque también se muestra descontento con la forma con la que se ha llevado a cabo su implantación. El operario asegura que solo se ha pensando en frenar a los jóvenes pero “el que no ha salido de noche, no va a ir a las cinco de la mañana allí (bares) de juerga”, por lo que tanto él como otros compañeros invitan a las instituciones a rectificar su error.

Trabajadores durante su jornada laboral en el polígono de Picassent :: Ajuntament de Picassent

Desde el restaurante San Juan, calculan que esa hora de diferencia les puede llegar a costar “entre 100 y 150  euros diarios en pérdidas”, ya que generalmente los mañaneros generan muchos ingresos en estos bares y restaurantes. “Este tipo de bares se mantienen en cierta parte gracias a servir muchos cafés”, comenta el dueño del bar Las Vegas en Benicalap, “si pierdes los veinte cafés que podrías servir de cinco a seis de la mañana, a euro y medio, ya son treinta euros que pierdes diarios y unos 900 al mes”.

A pesar de que el toque de queda haya sido descrito por Manuel Espinar, presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería y Turismo de la Comunitat Valenciana, como "un mal menor", supone un nuevo bache para el sector hostelero que no consigue levantar cabeza tras el paso del confinamiento por la COVID-19.